Históricamente, en cualquier país latinoamericano donde se debilite la
estructura democrática por falta de una estrategia política y económica
edificante, surge de inmediato la célula social cancerígena del comunismo latente.
La nación a la que se hace referencia en este escrito es México. Antiguos
gobiernos sospechosos de corrupción y malversación del tesoro nacional, han
sentado la tradición en la sociedad mejicana de expresar su inconformidad con
los representantes del gobierno de turno aun cuando este desempeña una labor
política y militar intransigente contra los narco-terroristas que reinan en las
calles de muchas ciudades de ese país.
El presidente Felipe Calderón, de quien no existe hasta ahora sospecha
alguna de corrupción por parte de organizaciones internacionales serias, ha
combatido la delincuencia organizada a todo tren. Sin embargo, la opinión de
muchos nacionales es contraria a las medidas que el señor Calderón está
llevando a cabo para erradicar este flagelo que ha cobrado las vidas de cientos
de civiles inocentes y han alegado incluso que el presidente debiera entrar en
conversaciones con estos asesinos. No hay un argumento convincente que esgriman
estos detractores gubernamentales para hacer creíble su posición disidente. Es justamente
la histórica costumbre de decir ante la opinión pública de que el país anda mal
por el mal gobierno que tienen. Este inconformismo se traduce como un malestar
o aburrimiento de la sucesión de poderes a través de las urnas electorales cada
cierto tiempo. Esta apatía se refleja en la falta de interés político en
mejorar la situación desde dentro y acudir al exilio en busca de una
realización personal y egoísta. Toda solución política puede ser encontrada en
una nación democrática aun cuando existe crisis de seguridad interna. Los
movimientos de protestas internos y externos se hacen vulnerables a la
manipulación del comunismo y lamentablemente siempre son penetrados. No pocas
manifestaciones de descontento en ese país han mostrado una bandera con la
imagen del Che Guevara, quien fuera uno de los más sangrientos comandantes del
triunfo de la Revolución cubana en 1959. Estos actos de ingenuidad o
intencionalidad malsana, crean las condiciones necesarias y básicas para el
surgimiento entre las filas de los movimientos sociales, de un populista pro
comunista como lo demuestra la historia en el caso de Venezuela. Después de la
palmaria inclinación del populista Chávez hacia una dictadura estalinista, aún
siguen muchos venezolanos envenenados con la ponzoña heredada de los Castro en
Cuba. No será para bien un gobierno populista o marxista o comunista que dé al
traste con las bandas narcotraficantes del país, sino por el contrario, se
estrecharían lazos de negociaciones secretos los cuales beneficiarían a ambas
partes y se vislumbraria una aparente calma en el país para crear una imagen
política favorable al gobierno dictatorial y enraizarse en el poder por años.
De hecho, desde hace algunos años existen en México cientos de compañías propiedad
de Cuba y el gobierno de México lejos de mirar de cerca dichas inversiones
extranjeras, hace como que simpatiza con el gobierno de Cuba, incluso devuelve
a Cuba a todos los refugiados que salen huyendo de la isla y llegan a costas
mejicanas. Esto en verdad se mira como un pacto de amistad entre dos gobiernos,
muy diferente a lo que el gobierno de EE.UU hace con los cubanos que atraviesan
el Estrecho de La Florida y son rescatados en alta mar por los guardacostas
norteamericanos y devueltos a la Isla.
No sólo en México se ve esta penetración ideológica del comunismo
cubano. También en el territorio norteamericano ya es un hecho. Específicamente
en Los Ángeles también ha ondeado la bandera con la imagen del Ché Guevara. En una protesta pública en contra de la implementación de leyes
anti inmigrantes indocumentados no tiene por qué existir un vínculo entre los
manifestantes y la imagen del Ché. Eso no es más que una prueba de que los que
sostienen la bandera o quizás los que incitan a que se muestre este símbolo
político en las manifestaciones, saben bien cuál es su objetivo y bajo qué ordenes trabajan.
Si se está haciendo tarde para los mejicanos impedir el cáncer del
comunismo en su país, el gobierno de Estados Unidos y su pueblo que confía en
la democracia representativa, debe evitar que este mal siga propagándose por
suelo norteamericano o al final lo vamos a lamentar. De lo que aquí se
advierte, los cubanos del exilio que en verdad han luchado contra la dictadura
en Cuba, pueden dar fe de esta verdad.