domingo, 2 de mayo de 2010

MARCHA SIN APOYO

Esta noche me embarga la tristeza del presente. Del presente porque del ayer quedan sólo viejas cicatrices; unas cerradas, otras aún sangrando. Mis enemigos, aunque de mi patria son, no pueden más que provocar mi odio y el de mi gente que con la ayuda de Dios logramos mitigar. Mis amigos, los que luchan pacíficamente en las entrañas del monstruo por una patria mejor, las que sufren el dolor de un hijo o un esposo o un familiar encarcelado por motivos políticos, los que reclaman “Libertad para Cuba” desde cualquier rincón del planeta, mi respeto y consideración porque hasta ahora han marchado solos. Es extraña y confusa mi exposición, pero es cierta. Sólo con la muerte de Orlando Zapata Tamayo, en Miami y en Los Ángeles se manifestaron miles de personas convocadas por personalidades del arte y en su gran mayoría eran cubanos. En otros países del mundo, grupos no significativos de personas en su mayoría de origen cubano, se han manifestado frente a las embajadas de Cuba para exigir democracia para Cuba y libertad para los presos políticos. Pero la presión internacional que necesita el pueblo cubano que se ejerza sobre la dictadura castrista para que cambie, es una tan fuerte como las multitudinarias manifestaciones que están teniendo lugar en muchas ciudades de los Estados Unidos exigiendo una reforma migratoria. ¿Dónde están esos hermanos latinos no cubanos que conocen tanto de derechos humanos y que no se han solidarizado con el pueblo cubano en una marcha de millares frente a la Sección de Intereses Cubana en Washington? Se manifiestan ahora por una reforma migratoria y en contra de la ley SB1070 porque les duele. Se ha hecho evidente que cientos de cubanos apoyan una reforma migratoria aunque no la necesiten. Sólo por solidaridad con los hermanos latinos indocumentados. Del mismo modo, nosotros también necesitamos del apoyo de los latinos de Estados Unidos y de todos los países de Latinoamérica para denunciar las violaciones de los Derechos Humanos que a diario se cometen en Cuba desde hace más de medio siglo y para exigirle al gobierno de La Habana la libertad de todos los presos políticos. A nosotros nos duele la dictadura que nos oprime y que ha empujado al exilio a miles de cubanos y ese dolor debe sentirlo por principio, todo aquel que ame la democracia y más si se sabe que en la historia política de América Latina, han existido más dictadores y gobernantes populistas y corruptos que en cualquier parte del mundo. De la unidad del pensamiento democrático de los pueblos de América Latina, depende el desarrollo y la paz del continente.
Vivo con el dolor imborrable del pasado y con la tristeza del presente por la soledad de la marcha de los cubanos por el mundo, pero con la alegría de la esperanza que pronto despertarán los corazones de buena voluntad de mis hermanos latinos y no latinos y se unirán a nosotros en una sola voz para gritar: “Libertad para Cuba”